jueves, febrero 03, 2005

El abogado del diablo no es el diablo, es solo el abogado

Esta noche he tenido un acalorado debate con un muy buen amigo mio en una cafetería. Lo cierto es que no es nada raro que se de esta situación, ya que es muy frecuente entre nosotros (lo cual no impide que tras la discusión, y la subida de tono, seamos siendo excelentes amigos). El motivo está en que ambos tenemos la sana costumbre de situarnos como "abogados del diablo" (indepencientemente de que compartamos o no la idea en cuestión) en determinados temas que por lo general son muy sensibles y fácilmente despiertan las iras y los bajos instintos de las personas. En esta ocasión, y como ha ocurrido otras veces, el debate iba referido al tema estrella de los "medios de comunicación" (si si, entre comillas) de los últimos días, el plan Ibarretxe. No concretaré qué postura adquirí, porque se sale de la idea que quiero expresar, pero el tema degeneró hasta el punto de que nos centramos en la potencialidad que tiene un ser humano para quitar la vida. Como diría un gran amigo mio, "la intuición me dice" que existe una tendencia general en la actualidad de lo politicamente correcto, hasta el punto de negar la naturaleza del ser humano. No justifico, ni de lejos, el hecho de matar por una idea, por una venganza, por una necesidad. Sin embargo, somos capaces de hacerlo, de hecho, lo hacemos constantemente. Pero, al contrario de la opinión de mi amigo, ¿por qué negamos esta característica humana?. Creo que nos avergonzamos de saber que en determinadas circunstancias podemos hacer daño, lo ocultamos, afirmamos que antes de hacer una locura, pediría a álguien que nos lo impidiera. Pero, ¿somos sinceros con nosotros mismos? ¿realmente queremos que alguien nos impida matar o hacer un gran daño a alguien o algo?. En mi opinión, estamos inconscientemente sensurados y moldeados por una deseabilidad social, por una negación social y externa de la cruda realidad del ser humano. Es muy bonito pensar en una sociedad humana donde la racionalidad, la igualdad y la solidaridad reine, pero no es realista. A veces pienso si hasta el solidario peca de insolidaridad con el insolidario. Como se suele decir, da igual lo que pienses, ya antes alguien lo ha pensado antes que tú: El hombre es un lobo para el hombre.

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