domingo, julio 05, 2009

¿Por qué?

Ella no quería saber cómo se hacían las cosas, sino por qué. Esto puede resultar muy embarazoso. Se pregunta el porqué de una serie de cosas y se termina sintiéndose muy desdichado

Ray Bradbury

El por qué de las cosas puede ser la pregunta más importante de nuestra vida. ¿Por qué ocurren las cosas? ¿Por qué ha sucedido esto o aquello?. Cuando sucede un acontecimiento inesperado, extraño o grave, es la primera pregunta que se nos mete en la cabeza. Casi no nos importa tanto a quién, donde o cuando ha sucedido. Lo importante es el por qué.

Ha muerto una celebridad ¿por qué murio?. No nos preguntamos otra cosa, la pregunta clave es cuál ha sido la causa de que se muriera, ¿cuál ha sido la causa de que se estrellara un avión con cientos de personas a bordo?, ¿por qué nuestra vecina ha sido asesinada por su marido?, ¿por qué a esa adolescente la han violado y asesinado?.

El por qué de las cosas, la universal ley que rige nuestra vida cotidiana, la causa-efecto de los acontecimientos, nos dan control. Una falsa sensación de control que nos permite levantarnos por la mañana con la sensación infantil de que a la vecina la asesinó su marido porque le ponía los cuernos, que a la adolescente la violaron porque vestía como una puta, que Michael Jackson se murió porque era un yonki, y violador de niños, para mas delito. A nosotros nunca nos va a pasar, porque ni vestimos como putas, ni le ponemos los cuernos a nuestros maridos/esposas, ni le damos a las drogas. Qué infantil.

Lo triste de todo esto es que el culpable, en lo más profundo de nuestra conciencia, es la víctima, no el verdugo. Si la causa en la relación causa-efecto de los acontecimientos la tuviera la víctima, nosotros podemos engañarnos, pensar que "eso solo les pasa a quienes hacen determinadas cosas, o son de tal o cual forma". Si atribuyéramos la causa al agente en cuestión (el esposo despechado, el violador nocturno, etc.), nosotros seríamos vulnerables, podría pasarle a cualquiera de nosotros.

A cualquiera nos podrían violar, matar, estafar o morir en un accidente aéreo. Mejor nos engañamos a nosotros mismos. Dejemos libre al verdadero culpable, que es mejor culpar al más débil.

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