La gueldera de Acentejo
y el engodo en Candelaria.
Primero llegó la cruz
y después las espingardas.
El valeorso Bentor,
se deriscó por Tigaiga
y callaron los verdinos
y enmudecieron las chácaras,
y sangraron los mocanes
y se secó la cebada
y las abejas se fueron
y se espantaron las cabras
No quedó sino el coraje
de una isla y una raza
y una infinita querencia:
nacer, vivir y morir,
sin cadenas castellanas.
Se la llevaron los invasores,
cuando venia de la montaña,
con su carguita de tilo y brezo,
camino abajo, por la quebrada.
Se la llevaron de anochecida,
a la guanchita de Taganana
y el manojito de leña seca,
desbaratado quedo en Anaga.
Juguete de algún marqués
menina de alguna dama
sierva de grandes señores
en algún lugar de España
Cathaysa la niña guanche
no verá más Taganana.
Se la llevaron los invasores,
cuando venia de la montaña,
y el camininito se fué cerrando
de mala yerba y de telarañas.
Un gran silencio creció en la cumbre,
un aire helado bajo a la playa,
asi de mudo se quedo el monte,
asi de fria se quedo el agua.
Juguete de algún marqués
menina de alguna dama
sierva de grandes señores
en algún lugar de España
Cathaysa la niña guanche
no verá más Taganana.
Cathaysa, la niña guanche,
no vera más Taganana.
Cathaysa - Pedro Guerra
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