He de decir que hasta ahora consideraba esto una chiquillada, solo practicada por adolescentes frikis o yuppies alienados. Una forma de sacar a esa fiera agresiva que llevamos dentro, en vez de hacerlo en la carretera dentro de un coche, por ejemplo. Lo cierto es que tras jugar, y deseoso de repetirlo, sigo opinando lo mismo, pero mi duda radica en qué seré, si un adolescente friki o un yuppie alienado.
He disfrutado tres horas de masculinidad, tres horas de ser el más valiente, tres horas de sentir el peligro de forma controlada. A demás, me llevo de recuerdo una cicatriz de guerra, con las que no se liga, pero dan temas de conversación.
Un bolazo de pintura a 20 metros, y luego dicen que es un deporte sin riesgos...