jueves, febrero 26, 2009

¿Delirios?

Cuando entré aquel paciente en silla de ruedas a mi despacho, estaba yo mentalmente haciendo los cálculos de cuanto tardaría en valorarlo, para poder ir a tomarme el merecido café. Por el aspecto y lo que me habían contado las auxiliares, con una demencia tan avanzada no tardaría más de 15 minutos.

Es curioso lo entretenidos e interesantes que pueden llegar a ser 20 minutos de delirios, en los que me he quedado totalmente absorto.

Pues va a ser, por primera vez en muchísimo tiempo, que sí que podremos hacer algo por él.

"Lo maravilloso era que el hombre que hablaba más, era a veces el que decía menos"

Mi paciente, durante su ¿delirio?

viernes, febrero 20, 2009

Crónica de una muerte anunciada

Otro clásico

Crónica de una muerte anunciada, de Gabriel García Márquez. Otro clásico que tenía pendiente de Gabo que me ha dejado más contento que un tonto con un lápiz. Historia basada en un hecho real, pero nada que ver con Relato de un náufrago, donde la realidad de un artículo periodístico, que no nació como novela, le pasa factura. Un asesinato en un pueblo caribeño, más típico de Márquez, imposible, bien podria ser Macondo, donde todo el mundo sabe que va a haber un asesinato pasional. Lo saben los asesinos, la familia de la víctima, el policía, el alcalde, el obispo, la propia víctima... ¡si hasta lo sabe el lector tras unas pocas líneas!. Sin embargo, la tragedia es inevitable.

Como siempre García Márquez detrás de su magia oculta su realismo. Todos sabemos lo que es el bien pero hacemos mal, y todos sabemos lo que deberíamos hacer pero no lo hacemos. Que lo hagan otros. Yo soy solo uno.

Más que recomendable.

domingo, febrero 15, 2009

Irish Pub

A esa hora de la noche, cuando el alma necesita un cuerpo que acariciar, me asomé a la puerta de aquel bar. En el sótano sonaba música, y el cartel escrito en inglés indicaba que había actuación en directo. Bastaron los pocos segundos que tardaron mis ojos en habituarse a la oscuridad y al humo, para dar tiempo a todos los clientes, incluído el músico, de mirarme. Una barra cuadrada, en torno a algo que desconozco su naturaleza dado que la penumbra era enfermiza, rodeada por tantas personas que no dejaban un solo hueco para un nuevo trasnochado. Todos se miran, unos a otros, en perfecto silencio y en perfecta ceguera etílica.

En una noche como esa, que las calles estan desiertas, que cada pareja ha buscado su rincón oscuro y todas los gatas estan en sus guaridas, aquella barra llena de copas de cóctel y aceitunas, aromatizadas con el humo de tabaco de importación, indicaban que la soledad es un buen lugar para visitar, pero un pésimo lugar para ponerse cómodo.

El poder dar la vuelta y cruzar el umbral que me llevó de nuevo a la fresca noche debe ser lo poco que me diferencia aún a mí de ellos.

miércoles, febrero 11, 2009

Grandes Esperanzas

Muy satisfecho

Grandes Esperanzas, de Charles Dickens, me lo leí en su momento hace años, allá por el pleistoceno superior, cuando era adolescente. Ya de mayorcito me ha dado por recuperarla, quitarle el polvo y tratar de entender aquello que no entendí de la novela en su primera lectura. Este hecho me pasa con frecuencia, así que tendré que dejarme las novelas de Borges para la jubilación.

Basada en la clásica historia a lo Pretty Woman donde el chico pobre tiene un golpe de suerte, le cae del cielo un montón de pasta y conoce a una loba espectacular, Dickens relata una historia llena de ilusión y de esperanzas, aliñado todo de una irónica amargura. Una cortante ironía habita en toda la historia, donde las esperanzas, la fe y el ansia de superación a veces son premiadas o castigadas de complicada manera. Una obra obligatoria, eso si, no apta para enamorados.

De postre, una cita del libro, de las que se guardan para siempre:

"Nunca tuve una hora de felicidad a su lado y, sin embargo, durante las 24 horas del día no pensaba más que en la satisfacción de tenerla a mi lado hasta la muerte"