En aquellas ocasiones que durante un rato me siento orgulloso de mí mismo (no diré si son frecuentes o infrecuente estos episodios), siento una incómoda sensación de tiempo perdido. "Me gustaría volver a ser joven, pero sabiendo lo que ahora sé"
, suelen decir los mayores, y en esas ocasiones lo comparto. Cómo me gustaría volver a tener 15, 18, 20 años, no más alto, más guapo ni más fuerte, nunca lo he sido, ni siquiera ahora. Simplemente tener la
actitud que poseo ahora a mis cada vez más próximos 30 años.
Hubiera sido más hábil, más simpático en una timidez que me hacía antipático, más seguro en un entorno que era menos hostil de lo que yo recuerdo. Hubiera sido más alto, más guapo y más fuerte desde dentro. Los demás no tendrían ninguna duda.
Ya es tarde para
pensar en tantos valses que pude bailar, y además, probablemente nunca pudiera arreglarlo. Ahora soy lo que soy, somos lo que somos, porque en aquel momento éramos así. Ahora somos fuertes porque éramos débiles, ahora somos buenos, porque antes éramos mediocres.
Somos lo que somos por lo que fuimos.