La operación gimnasio se inicia a raíz de un violento y decidido ataque por parte de mi costilla. O hago deporte, o me priva de algunos de los pocos placeres de esta vida. Yo que soy un hombre violento y nunca pongo la otra mejilla, respondo a tamaña insolencia mandando 16 correos buscando amiguetes que me acompañen en mi primer día de gimnasio, vergüenza compartida, vergüenza más llevadera.
Lo cierto es que tampoco es que me haga falta, soy delgado y tiposo, vale que parezca que me he comido entera una sandía, pero es que ¡ya no se valoran las curvas!. Raudo y veloz organizo mi agenda calculando el tiempo del que dispongo.
Fase 1: Material de campañaDe mi visita al centro comercial en busca de algo de material deportivo saco un balance magnífico, ropa, poca, pero joder que radio - cd más molón que me agencié, sano no será, pero con un mp3 que ríete tú de los L - Casei inmunitas. El plan posterior de ir a correr al polideportivo para ir abriendo boca se quedó en un ejercicio de ingeniería de instalación de electrónica del automóvil.
La Fase 2: Preparación del equipoSe basa en la preparación de todo el material deportivo recopilado. Pillo decidido mi mochila de deporte, y sorprendido tengo que vaciarla de un vaso de plástico sucio y una botella de ron con 3 deditos aún de dorado líquido. Sorprendido de tal descubrimiento (de que aún me quede ron), añado a la mochila mi botella de agua y mi toalla amarillo limón, que también es sano.
La Fase 3: Eliminación de la sandíaHoy es el día D. No solo pongo a prueba mi hombría ante una hembra insolente, sino también ante tanto hombre sudoroso en el gimnasio. Como todo de entrada ha de ser poco a poco, decidí compensar tal esfuerzo con una visita previa al MacDonall, que dicen que las Big Mac y el deporte son como una relación de ácido-base, se neutralizan.
Ya han comenzado las hostilidades, mi sandía parece de acero, no por dura, sino por persistente, así que la batalla se me antoja larga y cruenta.