Tenerife, domingo por la mañana.
Andaba el Replicante por la calle con su característica pinta de domingo por la mañana - cholas y barba de una semana - regresando de comprar el pan con el Marca en la mano, absorto en la lectura de los fichajes de la temporada de invierno.
Esta densa lectura me debió darme un auténtico look intelectual porque una pareja de esos/as señores/as que se hacen llamar Testigos de Jehová me asaltó sin piedad a pie de calle cual pareja de picoletos (pero sin el sable láser). La verdad es que no me suele molestar, sobre todo cuando son las testigas las que tratan de salvar mi alma con esas falditas largas que se ponen, que lo único que logran es aumentar el morbo entre las almas perdidas y lujuriosas como la mía.
El caso es que tras despacharlas con mi típica frase de "no gracias yo adoro al diablo", me quedé pensando en algo terrible: ¿qué coño me ven en la cara para que me paren a mi?.
Arrastro cara de necesitar salvar mi alma, y yo pensando que ni siquiera tengo.
3 comentarios:
Para mi que quieren ver si de verdad eres capaz de invocar al diablo...
fijo que directamente te vieron cara de diablo, y querian salvarte de ti mismo. Hacia tiempo que no te leia, pero seguire por aqui, saludos paisano.
Cuando era pequeño, venía una señora a mi casa a intentar convencerme de cuánto nos quería Dios y todo eso. Me enseñaba textos sobre la biblia y los discutía conmigo. Mi madre se asustaba con que me iban a comer el coco, aunque yo me veía (debía estar aún en el colegio) muy seguro de mí mismo. Pero claro, la señora no era chica de faldita larga...
Tras unas cuantas semanas, mi madre se ocupó de que no volviera a aparecer.
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