Mejor me dedico a la petanca...

En una tarde de descanso no hay nada mejor que recibir una llamada invitándote a un partido de "fulbito". Ni corto ni perezoso, con el corazón lleno de gozo, marcho raudo y veloz a la correspondiente cancha deportiva de marras para hacer algo de vida sana, al menos una vez al mes.
Pero claro, las imprudencias se pagan. Cuando uno hace deporte una vez al mes, pues luego no se puede quejar del estado físico que en que se termina. Por otro lado, en tardes como esta recuerdo a mis padres: "Si no te tomas la leche con gofio, no vas a crecer". Pues mira tú por donde, era cierto, qué sabias palabras, no debí crecer mucho porque con mi 170cm y mis 60kg me encuentro en mitad de la cancha con 9 MOLES armarios 4 puertas (abiertas). Eeeee, ummmm, Sergi, a estos amigos tuyos...., ¿¿les han hecho experimentos la CIA para lograr especimenes humanos super-desarrollados??.
Bueno, como se suele decir, no es cuestión de talla, lo importante es que nunca me falla (el regate). Inmerso en aquella selva de vikingos que parecían la selección de fútbol noruega trato de darme ánimos pensando que soy más rápido que ellos y más técnico. Tremendo error, esos señores se movían como auténticos Madelman, y corrían como si se dirigieran a un concierto de Bisbal. El resto del partido me sentí un auténtico bolo, no hacía más que levantarme del suelo derribado por alguna bola rodante peso pesado.
Si es que ya me decían de pequeño (de más pequeño que ahora, si cabe), "come más gofio y menos Nestquik". Y tras todo esto, con los pulmones a punto de soltarlos por la boca, porque todo hay que decirlo, me falta ser verde para ser una lechuga, todo el día quieto, mañana para ir a trabajar necesitaré una silla de ruedas.
Lo único bueno de todo esto, que camino de mi casa hay un centro médico.