sábado, marzo 18, 2006

Hasta la victoria, siempre

Mi padre, cada vez que sucedían ciertas cosas, me contaba la misma historia. En su juventud, militante de CC.OO., participaba en una manifestación obrera pacífica por las calles de Santa Cruz, capital de la isla. A la llegada a cierto popular parque, de entre los árboles y setos saltaron miles de estudiantes, piedras en mano, dispuestos a partirse la cara por defender a quien les daban de comer y quienes constituyen el verdadero motor de la sociedad, el obrero. Por supuesto, todo acabó con muchos porrazos y algún hematoma.

Los sectores conservadores tienden a considerar el discurso de izquierdas como desfasado, añejo o prehistórico. Cierto, muy cierto, añejo y prehistórico, tanto como el mundo contra el que lucha, la desigualdad. No puede quedar obsoleta una ideología cuando las razones que la fundamentan y le dan razón de ser están tan vivas como siempre.

Mirando a las calles de Francia muchos se echan las manos a la cabeza. 200.000 estudiantes quemando cabinas de teléfono y cargando contra la policía, que malos, solo una partida de gamberros que no quieren ir a clase. Total, solo porque se pretende institucionalizar y dar cobertura legal a la eterna precariedad económica y social a toda una generación, que bobería.

Parémonos a pensar, llenamos el bolsillo a los cuatro elegidos de turno, movemos un montón de dinero ¿durante cuanto tiempo?, pan de hoy y hambre para mañana, estas políticas que algún individuo tuvo a bien llamar flexibilidad laboral te llenan el bolsillo hoy, tal vez mañana, pero hundes una clase social, la desintegras, durante generaciones. Y aún llega algún sinvergüenza y te dice que esta ley supone una modernización. Me suena este discurso.

No creo que a la gente le guste echarse a la calle a tirar piedras y quemar contenedores de basura. Las personas se juegan el tipo cuando se cargan su futuro, o si lo llegaran a tener, se lo quitan de las manos.

Qué mala es la gente, que malas costumbres tienen.

Tanta revolución y todo sigue igual, la misma mierda con distinto olor. Así que hay que luchar, hasta la victoria, siempre.

Actualización:

El blog de Bito también se hace eco del asunto.

5 comentarios:

Bito dijo...

Replicante, te estaba escribiendo un mensaje pero cuando ya llevaba media hora escribiendo y he visto que aún iba para largo me ha dado palo. Te dejo una contestación en mi blog a modo de post, lo escribo ahora mismo, que estoy en caliente.

Chasky dijo...

Pues ya sabes el refrán: "Cuando veas las barbas de tu vecino quemar pon las tuyas a remojar".

Esperemos que no sea así pero a mi no me gusta ni un pelo la situación que está viviendo Europa, y lo que más me interesa la gente trabajadora.

Anónimo dijo...

Si no somos nosotros mismos los que peleamos por lo que necesitamos ¿quién lo hará por nosotros?

A seguir luchando.

Besos de una maia.

Anónimo dijo...

Las reivindicaciones económicas de los jóvenes me parecen totalmente lícitas, pero echo de menos que alguien vuelva a intentar levantar los adoquines urbanos buscando la arena de la playa debajo.
Todo tiene un espíritu demasiado práctico, excesivamente directo para mi gusto con tendencia al revoltillo.Para mi la distancia más corta entre dos puntos es el tirabuzón. Las cosas tan directas siempre me parecieron poco artísticas.
Cada día intento aprenderme alguna frase de algún marginado de culto con el objetivo de tonificar mi cada dia mas flácida memoria. Mi último esteroide mental es de Harper Lee: no es valiente quien intenta algo sabiendo que va a conseguir algo , sino quien lo sigue haciendo con la certeza de que no va a conseguir nada.No se si es exactamente así, pero supongo que el sentido se mantiene.
Pues eso, que me faltan causas perdidas.

Luis Amézaga dijo...

Estoy a favor de la lucha, pero contra quién. ¿Aznar? ¿Villepin? ¿El capitalismo? Dónde quedaron las luchas anteriores. Los del 68 son hoy los que mandan. Y los que salen a las calles son sus hijos.